Reporte Azulcrema: Enero 2015

Un caso fantástico el del argentino. Después de vivir una etapa algo decepcionante en algunos momentos del torneo anterior, en buena parte también gracias a sus problemas físicos, se rehace con un nuevo técnico y una nueva posición. Ya se había mencionado que por características individuales, si lograba dejar su zona de comodidad en la banda izquierda y centrarse más en la cancha (literalmente), podía funcionar como “10” sin mayores problemas. Hoy lo vemos como organizador moderno más retrasado, con labores de recuperación mucho más extendidas que antes, saliendo desde la defensa y llegando a todos los rincones de la cancha. De sus botines sale gran parte de la creatividad del equipo, y también es el que presenta más descaro cuando llega la hora de encarar (junto a Darwin). En algunos partidos ha flojeado más de lo debido a la hora de mover la pelota, sí, especialmente cuando se carga hacia la derecha, pero aun así es el alma del equipo, el armador, una de las pocas piezas realmente indispensables.

Mentiría si digo que no siento una especial debilidad por el otrora jugador de Xolos. No estamos para descubrir nada, ya se ha hablado en repetidas ocasiones de él. Pero es, y lo digo alto y claro sin temor a equivocarme, posiblemente el mejor jugador de nuestro fútbol. Claro, al ser un jugador defensivo, pocos reflectores se va a llevar. Pero es verdaderamente increíble la manera en que domina nuestro deporte. Adelanta líneas mostrando no solo una velocidad destacable, sino una colocación y una visión que pocos tienen. Perdí la cuenta de las veces que recuperó la posesión en Tijuana en la zona de la media cancha. Y si encima tiene gol, personalidad y claridad con el balón en los pies; hay poco más que decir. Eso sí, la roja ante Puebla sobraba.

Si bien este puesto pudo haber recaído en Goltz sin ningún problema, me pareció adecuado rescatar la actuación de uno de los nuevos refuerzos. Olvidémonos de las tonterías propias de los medios de comunicación y su predilección por los laterales ofensivos. Lo primero que tiene que hacer un defensa es, precisamente, defender, y en eso el paraguayo destaca como pocos. Como última línea es fenomenal, un verdadero bastión atrás, incluso podría funcionar como parche en la zona central de ser necesitado, estoy seguro. Y también se suma al ataque, aunque con menos eficacia evidentemente, pero lo hace con cabeza, sin dejar descuidada su tarea principal. Su habilidad para el quite es grandiosa, ahí queda el partido contra Xolos y su barrida salvadora que tuvo en un mano a mano (aunque eventualmente de poco sirvió).

Todo parece indicar que lo de la final fue un espejismo. No es un jugador espantoso, es rescatable todavía. Como recambio es alguien que puede cambiar los papeles de un minuto a otro, pero su apatía no conoce límites y sigue en el ojo del huracán. Afortunadamente parece que ya no saldrá de titular de forma habitual.

En contraposición con su “tocayo”, Paul parece haber perdido el norte y olvidado como jugar. Y es también una de las razones por las que el parado de Matosas no funciona como debería. Al estar siempre tan adelantado queda fuera de las coberturas defensivas, dejando descuidada su zona y encima no aporta absolutamente nada al frente. No se recuerda la última vez que encaró bien a algún rival en los tres cuartos de cancha o mandó un buen centro.

Una calamidad, balón que toca balón que pierde y nos hace creer que se equivocó de profesión.