Pachuca (2-1) Club América: “Crimen y Castigo”

No te pierdas más reciente capitulazo del NidoPodcast, el show semanal para Americanistas Exigentes.

En “Crimen y Castigo”, la célebre novela rusa de Dostoyevski, tenemos un protagonista que debe vivir con las repercusiones del crimen que ha cometido.

Ese protagonista bien puede ser el América que ahora cargará con el peso de la culpa por sus transgresiones del semestre. Parecían inofensivas, pero que ahora se han convertido en un lastre que amenaza con hundir al equipo.

Lo normal es buscar individuos para apuntar con el dedo.

“Fueron los cambios de Jardine”.

“Henry se perdió el dos a dos”.

“Es el pecho frío de Valdés”.

“Se lesionó Cáceres y nos fuimos al demonio”.

“Julián es una farsa”.

Con el pretexto de la individualidad, se busca siempre la explicación a un fracaso colectivo.

Si bien el fútbol es un deporte sencillo de entender, entender las causas de un fracaso requiere de un análisis más profundo.

La realidad es que la raíz del problema se encuentra rememorando el convulso semestre cursado por el América.

Recordemos que el América salió campeón, pero no pudo ir a celebrar porque todavía había que darle baile a Barcelona antes de fin de año.

Los jugadores, incapaces de sacrificar vacaciones, decidieron irse y lidiar con el mundo cuando volvieran dentro de tres semanas, mismas que llevaron a Jardine a hacer malabares para enfrentar las primeras fechas del campeonato.

Luego comenzaron las lesiones. Diego un rato, Henry un rato y Julián otro rato. En ese lapso, se perdió a “Cabecita” Rodríguez y el mundo se dio cuenta de que la banca es poco profunda, con mentiras como Brian Rodríguez como principales “revulsivos”.

Comenzaron la seguidilla de partidos que fueron un veneno administrado lentamente a jugadores que odian saltar a la cancha cada tercer día.

Entonces, resultó que el plantel no es tan profundo, que los jugadores se fueron quedando sin piernas y que, además, el ego los subió un ladrillo.

Cuando Julián y Diego reclamaron a Jardine, se sabía que algo estaba rompiendo en Coapa en Coapa. Quizá hastío de tantos partidos, quizá hastío de usar la misma formación contra viento y marea, y quizá hastío porque no vacacionaron lo suficiente. Quién sabe. O más bien, ellos sí lo saben.

Entonces, apareció Pachuca. El “boogey-man”, el coco, el talón de Aquiles, el verdugo, el diablo, el ragnarok y apocalipsis del América.

En retrospectiva, queda claro que el América dista de ser un equipo perfecto. Las Águilas lucen imponentes cuando los cuatro del frente salen inspirados y pulverizan a quien tengan enfrente.

Sin embargo, los partidos contra Chivas (el tercero), Pumas y ambos contra Pachuca, han evidenciado que al América se le puede maniatar si lo presionas al centro del campo, en donde ni Fidalgo ni Jonathan tienen claro cómo sobrevivir a una asfixia constante. Y si se añade juego ríspido, tenemos el coctel perfecto para que el América se resquebraje.

Si a eso le sumamos el poco apoyo de Henry, Diego y Zendejas a nivel defensivo para hacer un bloque sólido y que los rivales encuentren difícil transitar por el sector más importante, el resultado es un equipo que se desmorona con facilidad en el apartado defensivo que nunca ha sido especialmente fuerte. Que no se nota porque pocos plantan cara, es diferente, pero América no tiene una buena defensa.

El primer fracaso del América no tiene individuos, tiene circunstancias que se han ido acumulando hasta que el castillo de naipes se ha venido abajo.

El problema es que el tiempo apremia. Queda la liguilla y parece que el América pasó de luz a sombra. De intentar todo y que salga todo dio paso a la desconfianza, siendo un peligro absoluto esta cualidad, pues bien dicen los que saben que “el fútbol es un estado de ánimo”.

Al ochenta y seis derribaron a Henry fuera del área.

¡Bien, bien! Esta es para Richard (o Diego)”—pensó cualquier aficionado Azulcrema.

Resulta que el tiro libre lo “pateó” alguien que en la vida ha ejecutado un tiro libre: Brian Rodríguez.

¿Le dio frío a Richard que ni en la toma de televisión se le veía?

¿Le dio frío a Diego cargar con esa responsabilidad?

Si eso no es una muestra de la desconfianza que se está apoderando del conjunto de Jardine, entonces, ¿qué fue?

La situación es clara: el crédito empieza a terminarse.

Emilio ha hecho un gasto brutal para hacer un equipo de época, o mini-época, que gane dos o tres títulos de forma seguida. El mundial de clubes era obligación, primero porque se habla de entre 25 y 50 millones de dólares por clasificarse, y segundo, porque el América cotiza en Bolsa de Valores y ahora ni habrá subida del precio de acciones ni las arcas tendrán la inyección extra de capital.

Puede que a alguien le interese poco el mundial de clubes, pero al jefazo seguro que no lo calienta ni el sol.

América tiene que reaccionar. No hay tiempo para lamentos. No hay tiempo para buscar culpables. No hay tiempo para buscar excusas.

Hay que dar vuelta a la página, y traer, como sea, el bicampeonato de Liga.

Lo último que se necesita es hacer una analogía con García Márquez y su “Crónica de una muerte anunciada”.

Si disfrutas del contenido que hacemos, considera invitar un cafecito a tus amigos de NidoAzulcrema.

O si prefieres, puedes dar una propina.

Previous Article

[CALIFICACIONES] Club América Femenil (2-4) Pachuca: “Hablando de ridículos…”

Next Article

“Una derrota catastrófica”