Llegó el día: Guillermo Ochoa no será más el portero del Club América

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El legendario arquero Azulcrema decidió emigrar a Italia para una segunda aventura europea en movimiento que sacudió los campos de Coapa.

La renovación con las Águilas se alargó lo suficiente y dejó de parecer “cuestión de tiempo” como indicaron los que cubren a las Águilas. El fichaje del Unione Sportiva Salernitana 1919 o Salernitana (en corto) cayó por sorpresa porque nadie lo veía venir. Es cierto que es un equipo pequeño, pero es la Serie A, una liga top 3 de Europa.

Sus detractores dirán que es un equipo pequeño, pero es el tipo de equipo al que aspira un jugador de 37 años. De hecho, es rarísimo que se hayan fijado en él por edad, pero Italia, siendo tierra de grandes arqueros, ha apostado por un mexicano. Algo sabrán de este negocio.

Memo pudo quedarse en México en calidad de rey o ir a MLS a llenarse los bolsillos pero decidió seguir en nivel máximo competitivo. Ojalá otros jugadores aztecas tuvieran la misma ambición. El fútbol mexicano sería mejor a todas luces.

Debería decirse con todas sus letras: el futbolista mexicano es conformista. Dice que le gusta la competencia y exigencia, pero sus palabras se las lleva el viento. Mientras más fácil y sencillo, mejor.

Al ex-arquero y leyenda Azulcrema se le debe agradecer el haber estado para nosotros en aquellos tiempos oscuros de Ochoa y Cabañas. Se le debe agradecer el haber defendido estos colores con honestidad, trabajo y educación. Se le deben agradecer todos los manotazos salvadores.

Se le debe agradecer todo lo que sus detractores han olvidado, como el título de 2005. En ese momento, dicen, fue campeón porque tenía el tridente mortífero del Cuauh y compañía. Ahí se le evalúa “en equipo”. En esta segunda etapa resultó solista y culpable de todo.

Incongruencias viscerales de ese sector tóxico del americanismo.

Al final, van a pasar años para que salga otra leyenda de este calibre.

El América cometerá la estupidez de dejar el arco azulcrema en manos de Navarrete Segundo o el tal Malagón.

El arco azulcrema demanda grandes aptitudes pero una fortaleza mental a prueba de odio y toxicidad inexistente en cualquier otro equipo del fútbol mexicano. América necesita de manera permanente una figura en su arco y ninguno de los citados podrá con el paquete.

A Memo le irá bien, porque a los buenos les va bien.

En esta segunda etapa encontró un odio ridículo, tóxico e irracional de parte de sus supuestos “seguidores” americanistas. Se cansaron de culparle de todo y por todo en cada gol o derrota azulcrema. Muchos le evaluaron de tenista en lugar de futbolista como si jugara solo. Es la habitual ceguera rabiosa que caracteriza a parte del sector “americanista”.

Gracias por todo, Memo.

Merecías otro final con tus Águilas, pero el fútbol es así.

Se nos fue el último de su estirpe.

Ha volado el último al que podemos llamar genuinamente: LEYENDA.

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