El problema con Julián

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El Barco del Panterismo da la impresión de encontrarse a la deriva.

El funcionamiento de Quiñones se ha desmejorado en semanas recientes de cara al gol y los sórdidos cuestionamientos del siempre tóxico e implacable americanismo asoman en el horizonte.

Algunos tildan a Julián de apático.

Amígdalas muy grandes deben tenerse para semejante aseveración.

Lo que ocurre con Julián no es un acto de apatía, sino un cúmulo de factores que impiden ver esa versión que el americanismo, no quiere, sino que necesita.

Es imposible etiquetarle de apático cuando es un tipo que defiende incluso más que el propio lateral por esa banda que recorre de norte a sur.

No puede ser apático un tipo que siempre busca la pelota.

El problema de Julián no es la apatía.

El problema es que a Julián lo han encerrado.

En Atlas lo conocimos siendo una pantera que jugaba libre en el último tercio, aprovechando su explosión en el tramo final para imponer su potencia física y dejar atrás a los rivales.

En América, poco a poco, fueron ubicándole como volante o extremo izquierdo, alejándole de su hábitat natural que es llegar al área en modo cazador furtivo.

El torneo pasado funcionó porque los rivales aprendieron a las malas lo que iba dejando a su paso el nuevo América de Jardine. Era el típico: “tenemos que aprender de esta derrota”.

Tras el campeonato, es natural que los oponentes se hayan sentado en la oficina a estudiar las características de las Águilas para encontrarles potenciales debilidades y contrarrestarlas como sea posible.

Uno de los vicios, señalados en más de una ocasión, es que el americanismo se olvida que el rival cuenta, que el rival también estudia y tiene tácticas de guerra.

A Julián ya lo conocen en modo americanista, por lo que los rivales tienen como punto importante de su estrategia, impedir que transite con libertad por banda izquierda.

La encomienda es cerrar todas las vías de acceso posibles para evitar que haga daño que saben que en duelos de velocidad y fuerza es imparable.

Haciendo un ejercicio de memoria, vale la pena retroceder hacia el caso de Zendejas. Mientras Julián empieza a sufrir del exceso de tráfico por su costado, Alex siempre recibe solo y con espacio para maniobrar, de ahí que Quiñones luzca fatal y que el diecisiete de las Águilas se lleve los reflectores en partidos recientes.

Al mismo Zendejas le hemos visto sufrir en el pasado cuando carece de espacios para maniobrar.

Nunca será igual dejarle espacios a los talentosos que maniatarlos en espacios cerrados con los rivales respirándole en la nuca.

El remedio para Julián es sencillo de sugerir, pero, complicado de llevar a cabo porque no solo depende de él.

La solución está en reinventarse.

Para ello, lo primordial será quitarle las cadenas que lo atan por izquierda, dejar atrás una pizca de rigor táctico para que aparezca por zonas donde nadie le espera. Que juegue libre, que se mantenga suelto en el tramo final de la cancha.

En el torneo actual ya disputó un par de cotejos por derecha y cumplió con creces.

La presencia de Diego es una bendición y una maldición. Al jugar en la posición de diez, detrás del delantero, limita a tipos como Julián y Zendejas a jugar pegados a la raya.

Es tan evidente que no están tan cómodos ahí que ambos toman la pelota y hacen diagonal hacia adentro.

Solari se estaría muriendo porque ninguno da profundidad.

Ninguno llega a línea de fondo.

Esto es un rasgo intrínseco que tienen los tipos que necesitan jugar más cerca del área porque es ahí donde se sienten cómodos.

La presencia de Diego actúa como un imán que aleja a los costados a quienes tienen el mismo polo que él. Y cuando Diego no anda, no solo estorba su presencia cerca del área, sino que también limita a Julián y Zendejas que no pueden acercarse tanto para evitar el amontonamiento en aquella zona.

Si Diego no anda, si los rivales ya encontraron como cerrar la brecha que gusta a Julián quien, además, vive encerrado por izquierda, tenemos un colombiano-mexicano que se siente como pez en el agua sin el espacio para maniobrar que necesita.

Arreglar esto requiere la intervención de Jardine.

Es el primero que debe darse cuenta de que su América ya es conocido, y que necesitará sacarse trucos debajo de la manga para que sus muchachos sigan despistando al rival y puedan seguir imponiendo condiciones.

Lo único que necesita el América, Jardine y la afición, es a Julián, como Django: desencadenado.

Tan pronto liberen a esa pantera, regresarán las alegrías.

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