El Club América y una historia de ventas fallidas

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El América pensó que podía ser un club revendedor de talento y se estrelló contra el muro de una dolorosa realidad: ni captan ni venden.

La teoría resultó sencilla: ir a Sudamérica por gente joven hambrienta de triunfo para armar un equipo competitivo que con suerte dejaba algún título previo vuelo a Europa.

La historia comenzó en el verano de 2019.

La operación se puso en marcha con Federico Viñas de diecinueve años en aquel instante que llegó del desconocido Juventud de las Piedras uruguayo.

Nadie había escuchado hablar de él pero algunos le dieron el beneficio de la duda.

El charrúa llegó en calidad de préstamo y desde el primer minuto se manifestó en el marcador en aquel debut soñado ante Pumas. Las buenas actuaciones del delantero hicieron soñar al visionario Baños quien iba a comprar a precio de saldo a la nueva joya del fútbol uruguayo y venderlo en diez o quince veces su valor a Europa…

El shopping continuó en ese mismo verano con el fichaje de Richard Sánchez, paraguayo indiscutible de veintitrés años en Olimpia. Venía de una Copa América importante en la que anotó un gol contra Argentina.

Envalentonado por los resultados prometedores del primer torneo de Viñas y Sánchez, Baños cerró su tercer fichaje estrella que respondía al nombre de Sebastián Cáceres con veinte años para la posición de defensa central para el 2020.

Las Águilas se hicieron de dos sub-23 uruguayos con proyección europea y se creyeron los nuevos reyes del scouting en el Cono Sur.

Viéndolo en retrospectiva, las alarmas debieron saltar cuando el Club América, institución que a lo largo de su historia compraba jugadores para ganar, se pudo llevar “dos joyas” con la mano en la cintura en un país que tiene visores de los mejores equipos del mundo viviendo de tiempo completo.

EL CAMINO HASTA AHORA…

El Club América ha quedado en ridículo.

Incapaces de vender a ninguno de los tres mosqueteros, ha tenido que estar renovándoles el contrato por el miedo a perderlos en una transferencia sin costo por finalización de contrato.

Mientras tanto, el nivel futbolístico de los jugadores ha caído en un abismo del que resta reír para no llorar.

Federico Viñas lleva un puñado de goles en su estancia como Americanista pero sigue aferrado que se irá cuando la oferta sea de Europa. En lo que espera sentado todo el mundo, el jugador sigue teniendo ingresos de figura cuando si juega diez o veinte minutos por partido debe darse por bien servido.

Sebastián Cáceres juega porque por alguna razón, el América carece de alternativas de central por izquierda. En su paso por Coapa, el charrúa ha cometido pifias indignas de un jugador de primera división que han costado duras eliminaciones a la causa Azulcrema.

Richard Sánchez vive en eternos cuestionamientos sobre su rápido cansancio incluyendo finales por el título. Ha perdido protagonismo y la afición dista de considerarle un jugador indiscutible. Si a ello se adhieren los rumores de ser un tipo que controla de mala manera el vestidor, tenemos un jugador que resta en lugar de sumar.

LOS TRES MOSQUETEROS Y UN ANTEPASADO

La historia comenzó realmente en 2018. Ávidos de figuras importantes con pasado europeo, Santiago Baños adquirió (según se informó) el cincuenta por ciento de la carta de Roger Martínez que pertenecía al Villarreal español por un monto cercano a los ocho o diez millones de dólares.

Los videos en Youtube de skills and goals ganaron miles de vistas a causa de los Azulcremas deseosos de conocer a su nuevo redentor. En el papel se le veía fantástico: gambeta, potencia y gol. Un delantero soñado y “el nuevo Cabañas” según varios periodistas del medio.

La idea original con Roger, de escasos veintitrés años, era hacerlo una figura épica, un ídolo moderno del Americanismo y venderlo a Europa. El jugador manifestó que ese era su deseo y pareció, por un momento, que se juntaban el pan y el hambre.

Cinco años al futuro, Roger Martínez sigue en Coapa jugando al peor nivel que se le recuerde.

LAS COSAS SUCEDEN CUANDO MENOS SE BUSCAN

El América perdió el rumbo en algún momento.

Si se hace memoria, se dará uno cuenta de que gente como Mateus Uribe, Agustín Marchesín y Guido Rodríguez llegaron a Coapa con la intención de ser los refuerzos que América necesitaba.

Es probable que los jugadores tuvieran el anhelo de emigrar, pero nunca fueron portada de diarios con la intención de irse al otro lado del mundo.

Son tipos que vinieron, demostraron, ganaron y se fueron sin estar obsesionados con volar al otro lado del Atlántico.

El América debería buscar refuerzos para las posiciones que se necesita, y si resulta que las condiciones de dinero importante, edad adecuada y habilidades necesarias logran alinearse, el fichaje se dará sin buscarlo.

Los directivos Azulcremas deben preocuparse por traer tipos de probada calidad en lugar de jugar al scouting. Ganarles verdaderas joyas a equipos de colmillo largo y retorcido se antoja una misión titánica, imposible y necia.

El Club América debe aprender la lección si quiere evitar que la única manera de deshacerse de jugadores que incumplieron las expectativas sea rescindiéndoles el contrato o prestándolos a otros clubes pagando gran parte del salario.

El Club América debe reforzarse para buscar el campeonato.

Lo demás se dará por consecuencia de tener un equipo ganador.

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