Un regreso Memorable

Francisco Guillermo Ochoa Magaña.

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Francisco Guillermo Ochoa Magaña.

Guillermo Ochoa dejaba el nido en 2011, y lo hacía evidenciando que era un elemento diferente. Un futbolista que desde pequeño se sabía, se sentía azulcrema. Un canterano que salió a escena con 18 años, de forma imprevista, ante la lesión de Adolfo Ríos. Y con ello tuvo la oportunidad de ir exhibiendo que poseía la jerarquía para poder defender el arco del equipo más importante del país.

Un arquero que tenía carácter ante los obstáculos; como aguardar nuevamente su turno cuando Óscar Ruggeri apostó por Sebastián Saja. Pero cuando al fin tuvo la continuidad anhelada, dejó en claro que además de lo anterior, tenía ese carisma, esa conexión total con la afición, y una gran pasión por estos colores.

En el Clausura 2005, siendo un elemento clave, levantó el trofeo de campeón, el único título de liga que tiene con el América. De ahí en adelante vinieron años muy difíciles para la institución. Una época en la que muy pocos dieron prueba de estar a la altura de la camiseta que portaban; siendo uno de ellos Memo, quien siempre estuvo ahí, dando la cara por el equipo.

Cómo olvidar las cuantiosas y espectaculares atajadas en todos esos encuentros emocionantes en la Copa Sudamericana y en la Copa Libertadores. Esos vuelos dantescos que brindaba cada encuentro. Ochoa no era solo un tremendo guardameta, se había convertido en un referente americanista, de esos que surgen esporádicamente.

Por ello, cuando en 2011 decidió partir, era prácticamente imposible encontrar a alguien que pudiera llenar su lugar. Él lo tiene todo. Es un soberbio portero, hecho en Coapa, que brilla por su afable personalidad, por su madurez, por su esfuerzo, trabajo y dedicación, por no hablar de más y, también por haber estado ahí para el América en esas temporadas turbulentas. Lo había dejado todo en la cancha, de tal manera que no había más que desearle el mejor de los éxitos en su nueva aventura. Él más que nadie lo merecía.

Sin embargo, la vida es caprichosa, y en numerosas ocasiones las cosas no resultan como deberían. Guillermo Ochoa tuvo que haber vestido camisetas de equipos con mayor peso que el Ajaccio, el Málaga, el Granada o el Stardard de Lieja. Pero no hay nada que reprocharle, todo lo contrario. En cada uno de esos clubes demostró sus cualidades, su temple, su sacrificio, su fortaleza mental para seguir luchando por sus metas, aún cuando el camino le presentara más y más inconvenientes que comenzaron con el tema del clembuterol.

No es nada sencillo llegar a uno de los grandes al no contar con pasaporte comunitario, siendo portero y siendo mexicano. Así que es absolutamente plausible todo lo que logró en esos ocho años. Jugó en tres ligas, sumando 259 encuentros, récord de atajadas en la Liga, reconocido muchas veces como el elemento más valioso, constatando día con día que es un porterazo, y el mundo fue testigo de esto en Brasil 2014 y en Rusia 2018.

Por eso en cada instante se anhelaba leer la noticia que continuaría su carrera en un equipo capaz de pelear la Champions League, y más adelante verlo levantar orgullosamente ese trofeo. El tiempo continuó su marcha, y cuando se hablaba de su posible regreso al América, había sensaciones encontradas. Mantenía en la mente esa aspiración, que era la suya, de que lo anterior se hiciera realidad. Y al mismo tiempo emocionaba el saber que volveríamos a verlo vistiendo la camiseta azulcrema.

El destino es obstinado. Pero hoy se celebra que el primer portero mexicano en jugar en Europa, que el mejor portero mexicano de la historia esté nuevamente en el nido. Verlo ahí, es viajar en el tiempo, es recordar instantes en que convergieron esos pocos jugadores que, junto con él, brillaron en la oscuridad.

Y así, de forma inesperada, tal y como sucedió en su debut, Guillermo Ochoa está nuevamente entre nosotros, no solo brindando su calidad, exponiendo que, aunque el fútbol es un negocio donde el dinero y los intereses se han puesto por encima, todavía existen futbolistas como él. Futbolistas distintos que respetan, que reconocen y que se apasionan como un aficionado más por estos colores. Personajes cuyos actos y decisiones hablan por sí mismos. De esos pocos que no proclaman un americanismo, lo demuestran. De los que poseen algo tan único y valioso como lo es la lealtad.

Solo resta disfrutar de su presencia en Coapa, de saber que se cuenta con un referente como él. Un referente que conecta el pasado con el presente y que hace pensar en un futuro glorioso porque Guillermo Ochoa está en casa. A soñar, a pelear y a conseguir todos esos títulos que debe poseer en sus registros, a seguir alcanzando objetivos, y que el majestuoso estadio Azteca lo vea consagrarse próximamente como el mejor guardameta en la historia del club América. A seguir forjando su leyenda.

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