Tardes Mágicas: La Primera Pincelada del Negro

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A propósito del partido ante los Rayados del Monterrey, recordaremos hoy una situación histórica de uno de los grandes jugadores de nuestra historia.

En el extinto Estadio Tecnológico de la capital neoleonesa, se enfrentaban en la segunda fecha de la temporada 87-88, las Águilas y la Pandilla.

El equipo Azulcrema, dirigido por Cayetano Rodríguez, no había tenido un inicio de acuerdo a lo esperado al ser derrotado 2-0 en el Estadio Azteca ante el Toluca y ahora tenían que visitar a un complicado equipo regiomontano.

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El inicio del partido fue de pesadilla: menos de 2 minutos y ya estábamos abajo luego de una jugada donde el Abuelo Cruz sirvió para el Turbo Muñoz, éste tiró raso para vencer a Adrián Chávez, que ya había debutado con nuestro equipo la temporada anterior, pero que estaba arrancando su campaña de consolidación.

Las dudas aumentaban al final del primer tiempo: el arsenal ofensivo que había preparado la Directiva para esta temporada tenía juego y medio sin anotar.

En la parte complementaria, el reloj avanzaba y los regios estuvieron cerca del segundo en una jugada donde el Abuelo Cruz estuvo a punto de sentenciar el juego.

Hasta que al minuto 31 llegó un tiro libre por el lado derecho que cobró el peruano Julio César Uribe, apareciendo Guillermo Huerta, el gran compañero del Capitán Furia en el segundo lustro de la década de los 80 en nuestra defensa central, impactando de cabeza para vencer al veterano mundialista mexicano Pilar Reyes, el encuentro se empataba.

Y a 5 minutos del final, se presentó por primera vez una imagen que sería continua durante los próximos años: la magia de Don Antonio Carlos Santos.

Balón aéreo por izquierda, la defensiva rayada despejó de cabeza y el balón cayó en los pies del mejor brasileño que ha portado nuestra camiseta.

El Negro no la pensó mucho, recibió el balón, se lo acomodó y, con su prodigiosa zurda la impactó de maravilla, la clavó en el ángulo. El primero de 66 goles marcados como americanista.

Un triunfo sería un respiro (por un tiempo) para el técnico Rodríguez, que pronto sería relevado por Don Jorge Vieira.

La primera temporada del llamado Negro por sus compañeros sería brillante y la coronaría con el título de CONCANCAF, el título de Liga y el Campeón de Campeones.

Siempre fue un deleite ver al brasileño vistiendo nuestros colores. Así, dándolo todo por nuestra camiseta, será recordado siempre por el verdadero americanismo.

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