El final feliz fue para Rayados

Ahora no hubo épica.

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Ahora no hubo épica.

Todos lo sabíamos. El error de Jorge Sánchez resquebrajó la confianza azulcrema y dio la suficiente fuerza a Rayados para conseguir el alargue que les dio el título vía penales.

Duele porque lo teníamos en la bolsa.
Duele porque se bailó a Rayados.
Duele porque el Azteca hizo su parte.
Duele porque lo complicado se resolvió rápido.
Duele porque lo entregamos en bandeja.

Es difícil evitar el hacer leña de Sánchez, pues su equivocación fue el parteaguas del partido. Se equivocó de fea forma y las consecuencias fueron de un precio impagable para el Animal de Liguilla.

Resta procesar este trago amargo. Esto debe servir para aprender a jugar liguillas de mejor manera. Jugar a la ruleta rusa va a costar caro. Es imposible pretender que la remontada está garantizada cada vez que estamos con el marcador en contra. Dejemos el cuento de las épicas y aprendamos a jugar eliminatorias de ciento ochenta minutos.

Al final, parece que el karma se impuso y Mohamed tuvo su revancha contra el Club América. A Miguel Herrera le toca su dosis de humildad. En el día de medios declaró de manera soberbia que estaba empatado en títulos «con otros». Pareces olvidar, Miguel, que a diferencia de esos otros, llevas dos finales perdidas en el Azteca y ellos no. Tienes todo que agradecer a Cruz Azul en tu carrera.

Los muchachos se mataron, hicieron lo que pudieron y un error en el peor momento acabó con todo. Sabemos que liguilla cobra mayor importancia el estado anímico que el futbolístico. Cuando te sientes bien, te sale todo. Pierdes la confianza y no das un pase rutinario. Todo dentro del mismo partido.

De salidas se hablará en los próximos días, pero Nicolás Castillo debería encabezarlas. Llegó con estatus de estrella y es la peor contratación del Club América. La forma miserable en que pateó el penal dista de ser lo que se espera de un jugador que gana mas que por ejemplo, Funes Mori.

Finalizo con un agradecimiento para ti que nos acompañaste a lo largo de la temporada. Serán días de impotencia y frustración porque era la catorce, pero demos tiempo al tiempo. Aunque lo parezca, la vida no acaba. Dejemos el cuento de la soberbia, y aprendamos lo que salió mal para ser mejores.

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