Las Águilas del América añadieron una nueva hoja con letras de oro a sus libros de historia tras pulverizar siete-a-cero a Cruz Azul en exhibición que alcanzó cuotas legendarias y magníficas en una noche sui-géneris en la que llovió de todo: agua, cerveza, goles y ranas.
En la cancha solo hubo una escuadra.
El equipo del Tano se acomodó desde el arranque e impuso condiciones a pesar de que las condiciones climáticas pronosticaban el tradicional duelo rocoso e impreciso a . . .
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