Un América falto de personalidad fue vapuleado por Cruz Azul

Parecía que la falta de personalidad había quedado en el pasado.

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No te pierdas más reciente capitulazo del NidoPodcast, el show semanal para Americanistas Exigentes.

Parecía que la falta de personalidad había quedado en el pasado.
Parecía que la falta de personalidad había quedado en el pasado.

Como si de un regreso a finales de los 90s se tratara, América se plantó en la cancha del Azul falto de carácter y personalidad que Cruz Azul no desaprovechó para propinarle un doloroso revés por marcador de 4-0.

Si algo no tolera el americanista, es la apatía. Los prácticamente mismos once elementos (con la ligera diferencia de Guerrero por Martínez que tampoco representa gran cambio) que acabaron con el Santos Laguna el fin de semana anterior y doblegaron sin problemas al Veracruz solo un par de días atrás, decidieron salir a trotar al terreno de juego y se llevaron una sacudida histórica.

Es una pena que una institución de la talla del Club América que paga una buena cantidad de billetes verdes a sus futbolistas en tiempo y forma, no pueda recibir a cambio seriedad, profesionalismo y entrega. En el fútbol como en todo deporte, se puede ganar o perder, pero nunca de esta forma. Nunca trotando, nunca ante un rival que estaba necesitado de puntos, nunca ante uno de los rivales deportivos más importantes de las Águilas.

Moisés, Paúl, Paolo, Pablo, Osmar, Daniel, Jesús, Rubens, Miguel, Michael, Oribe: la actitud es algo que no se negocia. La táctica puede ser mejor o peor, pero esta afición no tolera esta clase de ridículos. Es cierto que el torneo regular es entretenimiento y que lo que realmente vale, son las últimas cuatro fechas para llegar bien preparado a la liguilla, pero no. No se pueden presentar a trotar y no poner aquello que hay que poner especialmente en esta clase de encuentros.

Aún no se ha ganado nada por lo que este tipo de penosas actitudes sobran en la institución. No se desea escuchar más disculpas. Lo único que se les solicita, es honrar a esta institución dejando absolutamente todo en cada partido sin importar las circunstancias que lo rodeen.

Más que dolor, hay decepción… mucha decepción.

PRIMER TIEMPO

Espantoso.

Los peores cuarenta y cinco minutos en muchos meses. El equipo se mostró desarticulado, sobrado, quizá pensando que los celestes serían el equipo más sencillo de la semana. Vaya equivocación.

Tal parece que al plantel hay que recordarle de manera continua que todos los equipos buscan lucirse ante ellos. No es casualidad que equipos como Leones Negros, UNAM y ahora Cruz Azul den el mejor juego de la temporada contra los emplumados. Más increíble cuando de pronto, los celestes hacen combinaciones geniales como el centro que Mauro Formica coloca de primera intención para un Pavone que de pronto recuperó la puntería que no había tenido en todo el torneo.

Las Águilas nunca se encontraron en este lapso. El equipo estaba excesivamente alargado. Los leves intentos por ofender el marco de Corona se basaron en pelotazos o intentos individuales de Arroyo o Sambueza que no fructificaron. Oribe siempre se encontró rodeado de azules. Layún no sabía ni donde estaba y Mares era desbordado una y otra vez por izquierda.

Lo más relevante de la primera parte fue el ajuste del Turco: adiós a Mares (35′), Layún a su lateral izquierda y Luis Gabriel Rey para acompañar a Oribe.

Aún con la modificación, nada. La desarticulación continuó. Tocó ir al descanso con desventaja numérica.

SEGUNDO TIEMPO

La actitud para el tiempo complementario mejoró. Naturalmente, no se podía jugar peor que lo ofrecido en la primera parte. Las Águilas intentaron algún acceso importante generalmente con Paul Aguilar quien quizá fue el que mayor dignidad mostró. Consiguió un par de faltas a favor en territorio enemigo y no dejó de intentarlo aunque no recibiera grandes beneficios.

El problema estuvo por otro lado. José Daniel Guerrero deambuló cual fantasma en el centro del campo. Era prácticamente invisible. Sambueza en su estilo luchón, pero lejos de sus mejores virtudes: gambeta y desborde. Arroyo vivía en un mundo aparte, más preocupado por su guerra personal con Rogelio Chávez que por romper las líneas enemigas sobre su costado. Oribe intentaba escapar de sus sombras azules, pero fue inoperante. Rey, más de lo mismo.

Cuando América vivía algo que se podría describir como su momento menos peor en el encuentro, un mano a mano del siempre odioso Giménez encendió las alarmas. Moisés atajó, pero el equipo estaba descompuesto en el afán de conseguir como fuera el tanto del empate.

Sin embargo, fue Giménez a cinco minutos del final quien terminó con toda esperanza de rescatar por lo menos un punto. Solamente empujó la esférica ante un marco vacío.

América se quebró.

Gerardo Flores fulminó de derecha a Muñoz con potente disparo al noventa. Sobre la hora, João Rojas terminó el festín con el cuarto y definitivo gol.

ESTADÍSTICAS

stats-caz-ameLos números nunca mentirán. En esta ocasión, las llegadas sobre el marco de Muñoz fueron constantes y no solo eso, si no que la mitad fue con dirección de portería. Mientras tanto, América hizo doce remates pero ninguno con peligro. De poco sirve la posesión del balón cuando se carece de talento para generar algo con él.

RENDIMIENTO

MOISÉS MUNOZ

MOISÉS MUNOZ

MAL

Hasta el duelo con Giménez se había mostrado muy solvente. Tras el segundo gol en el que nunca se supo que hacía lejos del marco, todo se derrumbó. Del 85 al 93, todo lo que fue hacia su portería terminó al fondo de las redes.

PAUL AGUILAR

PAUL AGUILAR

REGULAR

Lo intenta y lucha. Muestra más dignidad que cualquier otro. Mientras el carácter no se acompañe en su caso, de buenas decisiones en áreas importantes, poco trascenderá.

PAOLO GOLTZ

PAOLO GOLTZ

MAL

Cuando el cinturón defensivo de rompe, no alcanza a recomponer. Hacia el final fue ampliamente superado.

PABLO AGUILAR

PABLO AGUILAR

MAL

Al igual que Goltz, pierde el dominio del sector y poco ayudó para evitar el aluvión de goles del final.

OSMAR MARES

OSMAR MARES

MUY MAL

Un verdadero desastre. Pablo Barrera, sí, ese que lleva años sin trascender, hizo lo que quiso con él. Naturalmente que había que cerrar esa vía de acceso cuanto antes.

MAL

Más allá de algún par de llegadas con remates poco claros, se fue diluyendo con el transcurrir del encuentro. Al igual que el resto de sus compañeros, terminó siendo ampliamente superado. Pudo haber sido expulsado por doble amarilla.

DANIEL GUERRERO

DANIEL GUERRERO

MUY MAL

Jugó tan mal, que hizo de verdad, extrañar al paraguayo Martínez. La camiseta del América le está quedando demasiado grande.

MIGUEL LAYÚN

MIGUEL LAYÚN

MUY MAL

Se quedó en Torreón. Después de ese gran encuentro, se ha perdido. Parecía haber encontrado una posición más adecuada en el terreno de juego, pero no. Nunca supo en donde estaba. Físicamente fue volante por derecha y lateral izquierdo. Futbolísticamente, no existió. ¿Será que los goles de Torreón al final están resultando más perjudiciales?

RUBENS SAMBUEZA

RUBENS SAMBUEZA

MAL

Ni sombrero de mago ni varita mágica. Nada. La lluvia pareció humedecerle la pólvora y aunque quiso, no pudo. No generó. No apareció. Nada.

MICHAEL ARROYO

MICHAEL ARROYO

MUY MAL

Insoportable. Inmadurez total. Está más interesado en lucirse, en buscar pleito, en rematar desde 35 metros que en jugar un fútbol sencillo. Podrá ser un jugador con potencia física, pero también se necesita inteligencia. Esa, aún no llega dentro del campo.

MAL

Eterno prisionero. Tendría que salir aún más del área para hacer mayor contacto con el balón. Casi siempre lo recibe comprometido, en desventaja o en posición poco favorable. Así será muy difícil que marque diferencia.

SUSTITUCIONES

MAL

Ni provoca que los rivales pongan atención sobre él ni aprovecha que la mayoría de los ojos se posan sobre Oribe. La redonda transita escasas ocasiones por sus botines y más allá de una jugada en la que quizá se pudo marcar penal, fue el mismo jugador intrascendente de toda la temporada.

ALEJANDRO DÍAZ

ALEJANDRO DÍAZ

MAL

Entra con ganas. El partido uno por cero y poco más de veinte por jugar. Su primera intervención, es buena, deja a dos rivales y envía un servicio al corazón del área. Después, se contagia del resto. Comienzan las imprecisiones y tampoco resultó el revulsivo que el equipo hubiera necesitado.

REGULAR

Lastimosamente su ingreso fue en el momento más cruel del encuentro. Ahí, a lo lejos, observa el marco de Moisés caer una y otra vez sin poder hacer nada.

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