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No te pierdas más reciente capitulazo del NidoPodcast, el show semanal para Americanistas Exigentes.
Con un par de anotaciones en la segunda mitad, las Águilas del América doblegaron a uno de los rivales –en teoría– más complicados del torneo y continúan en lo más alto de la tabla una jornada más.
La ausencia de Layún permitió el regreso al cuadro titular de Luis Ángel Mendoza, quien dicho sea de paso, parece dar muestras de querer volver el que por un par de meses fue. El Quick fue determinante para que las Águilas generaran más fútbol ofensivo que en los partidos más recientes.
PRIMER TIEMPO
El árbitro Erim Ramírez, de lamentable actuación, dio inicio a las acciones mientras la lluvia se hacía presente en el Azteca.
Las emociones, tan frías como el clima, escaseaban en el Azteca. No fue si no hasta alrededor del minuto 20 cuando el partido tomó otro rumbo. Un servicio pegado a la raya de Mendoza se estrella en la mano del defensor en una acción sancionable como pena máxima. Erim Ramírez envió a tiro de esquina.
Más tarde, una artera entrada de Severo Meza sobre Paul Aguilar añadió más tensión al encuentro. El silbante perdonó al rayado pero Paul, como en fechas recientes, buscó a alguien que pague los platos rotos.
El afectado fue Victor Ramos. Paul, en un supuesto afán de disputar la esférica dentro del área, le revienta la nariz con un cabezazo ciertamente accidental, pero realmente innecesario. Debió irse a las regaderas.
El empate en jugadas polémicas llegaría hacia el final del primer tiempo. Dorlan Pabón se escabuye entre los defensores y es derribado por Osmar Mares justo a dos centímetros del área. Los visitantes pedían el tiro desde los once pasos. ¿El árbitro? Levántese y siga.
SEGUNDO TIEMPO
América salió con otra actitud y con las revoluciones canalizadas de una forma más positiva.
El primer aviso llegó por parte de Osvaldo Martínez quien puso a prueba los reflejos de Orozco con un disparo de media distancia. El arquero resolvió correctamente.
América se hizo de la posesión del esférico y el premio llegó pronto. Al cuarenta y nueve.
El siempre confiable guerrero azulcrema, Pablo Aguilar, recibe un centro preciso desde la derecha por parte de Martínez y remata con sólido frentazo cruzado para batir el marco de Jonathan Orozco para el uno por cero.
Monterrey quería y no podía. Su vía de acceso era Osmar Mares. Afortunadamente, la dupla central americanista se comportó a la altura para maniatar la gran mayoría de intentos de los visitantes.
El minuto ochenta fue testigo del regreso de Peralta al gol. Tras un largo servicio de Sambueza, Oribe peleó cuerpo a cuerpo con el defensor quien no se pone de acuerdo con el guardameta y Peralta deja en el camino a los dos con el marco abierto. La sonrisa del Cepillo fue evidente. Nada se interponía entre el gol y él. Bastó un suave toque de zurda hacia la red para terminar la sequía. Dos por cero y el partido en la bolsa.
Monterrey no pudo hacer más y las Águilas se llevan el triunfo que seguramente devolverá mucha tranquilidad al plantel. Es cierto que el juego no fue realmente vistoso pero era necesario dar un golpe de autoridad a uno de los equipos más regulares del torneo (aunque sean Pabón y 10 más) y se logró.
ESTADÍSTICAS
RENDIMIENTO
MOISÉS MUNOZ
No pasa grandes apuros. Monterrey insistió pero el cinturón defensivo impidió peligro importante sobre su marco. Cortó algún par de balones por aire. Seguramente será un alivio volver a irse con el marco invicto.
PAUL AGUILAR
Lejos están los desbordes, servicios o disparos al marco contrario. Hoy en día se limita a buscar pleito con los contrarios, a rodar cinco o seis veces cada ocasión que es derribado. Demasiado teatro.
PAOLO GOLTZ
Se muestra solvente y busca evitar el menor problema. Con el césped empapado, mientras más lejos el balón del marco, mejor.
PABLO AGUILAR
Muestra el camino hacia la victoria. Hace el tanto que pone en ventaja a las Águilas y después, ni las gotas de lluvia se atreven a intentarlo por su zona. Un verdadero capo.
OSMAR MARES
Sufre muchísimo. No tiene oficio defensivo, le superan con suma facilidad y al ataque no aporta ideas frescas. Generalmente estrella el balón en un contrario. Ni disparos, ni servicios. Nada.
Monterrey, un rival siempre especial para el ex-felino del norte. Generalmente se le encuentra casi como tercer central, más pegado a la línea defensiva que al medio campo. Cumple, pero los reflectores hay que buscarlos en otro lado.
OSVALDO MARTÍNEZ
Ofrece un encuentro digno. Por lo menos, mejor de lo que venía ofreciendo en las últimas fechas. Se parece un poco más al paraguayo del inicio del torneo. Incluso, le volvió a pegar al marco con buena dirección. De sus botines nació el servicio para el primer gol.
Elemento clave en el accionar del equipo. Primero genera un penal que el árbitro no quiso marcar. En el segundo tiempo, coloca medio gol que Oribe desperdicia. Hacía muchos meses que alguien distinto a Rubens no mandaba servicios peligrosos al área.
RUBENS SAMBUEZA
La lluvia no da tregua y se impone sobre la magia. Se muestra discreto la gran mayoría del encuentro, aunque sería raro que no esté involucrado en algún tanto azulcrema. ¿Quién mandó el servicio que Peralta facturó? Sambu.
MICHAEL ARROYO
Seguimos intentando descifrar a qué juega el ecuatoriano. Sus disparos suelen terminar en la tribuna. Sus desbordes se diluyen en saques de banda. Su generación es nula. El número 11 le queda enorme.
Parecía una tarde de halloween adelantada. Se pierde un cabezazo que para un delantero de su talla, debería ser rutina. Más tarde, tampoco remata correctamente un balón que se paseaba por el área. Sin embargo, el seguirlo intentando siempre da frutos. En base a potencia logra convertir el segundo tanto en una jugada que no era tan sencilla. Ojalá que sea su regreso.
SUSTITUCIONES
Entra para dar algo de margen a Goltz y Pablo. La fortuna está con él. En aquella jugada en que se resbaló, quedó justo para alcanzar a meter la pierna y alejar el peligro. En el beisbol sería el equivalente a un cerrador.
No se le vio ni para bien ni para mal. Con Monterrey perdiendo por dos, el balón transitó muy poco por sus botines como para realizar algo relevante.
En tres minutos no se puede valorar absolutamente nada.
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